Consecuencias del despertar sexual

Hace unos días nos visitó Kuma, este shiba inu por el que su familia está un poco preocupada, pues está teniendo algunas situaciones un poco tensas con otros perros. Gruñidos hacia otros machos sin castrar, ladridos cuando va con correa y alguna pequeña "pelea". Kuma tiene 10 meses y está en plena etapa del despertar sexual. Esto implica que tiene un gran interés por investigar los olores de otros perros, machos y hembras. En esta etapa, que bien se podría equiparar a la primera adolescencia humana, los cambios fisiológicos llevan al perro a interesarse por aspectos que antes pasaban desapercibidos para él. Lo que antes era puramente juego, ahora va más allá, pues las hormonas provocan que los olores de otros perros sean un imán para el perro joven y no pueda evitar sentirse intrigado por ellos. 

Un perro en esta etapa se sentirá atraído ante la presencia de cualquier otro perro y todos sus sentidos irán encaminados a que se produzca el encuentro. Si en etapas previas no ha tenido experiencias de socialización con otros perros, no tendrá las habilidades sociales para que esos encuentros se produzcan de la forma adecuada, y la ansiedad por el encuentro unida a la falta de estrategias comunicativas puede generar interacciones complejas en la que otros perros no se sientan del todo cómodos. Para evitar este tipo de situaciones se suele adoptar la costumbre de alejar al perro de otros perros y evitar así los encuentros, error habitual que no hará otra cosa que provocar más ansiedad en el perro por la necesidad no saciada, y generará una dinámica cada vez más difícil de revertir.

Sin embargo, el camino hacia la madurez debería tomar otra dirección. Otra en la que nuestro papel es de gran importancia, y pasa precisamente por aportar la menor carga emotiva, es decir, que nuestros miedos e inseguridades tengan la menor incidencia en las interacciones de nuestro perro. Nuestra aportación debe ir encaminada a ofrecer la mayor tranquilidad, espacio y tiempo necesarios para que el perro pueda sentirse lo menos condicionado por nuestras emociones. Hemos de ser conscientes de que este es un momento clave, pues se empieza a forjar la forma en que el perro se va a relacionar con otros perros, desde una perspectiva adulta, ya no de cachorro. Nuestro papel como referente cobra especial importancia en momentos clave de las etapas de desarrollo, y nuestra reacción ante estas situaciones será la lente a través de la cual el perro interpretará esos momentos. 

No deberíamos olvidar nunca durante todo el proceso de desarrollo que el cambio es constante, y todo cambio supone retos, y esto lleva implícito un inevitable grado de inseguridad. Nuestro perro pasará por estados en los que estará especialmente sensible y eso requerirá de una adaptación por nuestra parte, y más que nunca estar a la altura. Hemos de ser conscientes de este esfuerzo, de la misma forma que también nos debería tranquilizar el saber que si actuamos de la forma adecuada esto será solo una etapa más, y pasará, llevando al perro a un siguiente nivel de maduración. La base de este proceso de desarrollo son los desajustes que provoca el cambio y la acomodación correspondiente, que va teniendo lugar de forma progresiva.

En el vídeo podemos observar algunas de las herramientas utilizadas para ayudar a Kuma en esta situación; la ya mencionada referencia de calma por parte de nosotros como acompañantes humanos, y la ayuda de perros maduros (en este caso uno de nuestros perrros, Seki) que sean capaces de, además de aportar también esa referencia de calma, actuar como guías y ejemplos de como se deben llevar a cabo las interacciones.

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