Saciar la dependencia genera independencia




La principal característica de la primera etapa en la vida de los mamíferos altriciales como el perro, es la dependencia. La dependencia que tienen de su madre. La madre es el centro de su existencia, proveedora de alimento, calor, protección, de satisfacción de necesidades fisiológicas... 

Todos los sentidos del cachorro en estos primeros días de vida están orientados a interactuar con su madre, a buscar su contacto, a conseguir el alimento de ella, a atraer su presencia. El cachorro es plenamente dependiente y solo la satisfacción de esta dependencia calma sus necesidades. La selección natural ha dotado a los cachorros y a sus madres de mecanismos destinados a que este vínculo e interacción inicial pueda desarrollarse completamente, de forma que los cachorros que consiguen la atención de plena de su madre pueden sobrevivir, y las madres que saben como gestionar esta interacción pueden sacar adelante a su descendencia. 

Esta relación tiene unos evidentes beneficios fisiológicos, y su ausencia en un estado natural implica que las crías no puedan sobrevivir. Sin embargo, estos beneficios van más allá de las meras necesidades físicas, y a partir de la observación de camadas en entornos con intervención humana podemos ver como cachorros que salen adelante con ayuda externa, se desarrollan físicamente de forma adecuada, pero presentan desajustes y carencias emocionales o cognitivas. Estas carencias tienen mucho que ver con las necesidades de atención y contacto por parte de las crías. Es de gran importancia para el cachorro sentir que cuando necesita la atención de su madre la puede conseguir sin demasiada demora. El cachorro, sumamente dependiente en la primera etapa, ve reforzada su seguridad cuando al llamar a su madre ésta acude y satisface esa inseguridad. A medida que el cachorro va comprobando que su llamada surge efecto, y que mediante sus recursos tiene la capacidad de controlar esas ausencias, va ganando confianza para poder avanzar en su descubrimiento del mundo. Saber que ante un peligro su llanto tendrá como respuesta la presencia de su madre, le permitirá vivir esa dependencia de forma natural. Esta dependencia, a medida que va siendo saciada sin dificultades, será la base para que el cachorro pueda ir generando sin trabas su propia independencia. Por el contrario, si esta dependencia inicial no es saciada, al cachorro le quedará de forma muy evidente una necesidad latente de contacto y seguridad, que influirá en sus futuras interacciones con el entorno y en su forma de entender el mundo. Es precisamente en estos primeros momentos en los que se generan algunas inseguridades en el perro respecto al contacto físico, que se manifiestan a lo largo de toda su vida.

Es por eso de suma importancia, si el parto y la lactancia se producen en un entorno humano, permitir que la progenitora pueda desarrollar de la forma más autónoma posible su función como madre, sin coartar con nuestra intervención el acceso a sus cachorros.

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