El castigo en un contexto educativo


Hoy compartimos este desafortunado vídeo que circula por la redes sociales. En él podemos ver un ejemplo muy explícito del uso del castigo en un contexto educativo. Algo que en educación humana es una excepción y casi nadie se atreve a promover públicamente, en educación canina aún tiene sus defensores. 



Efectivamente se trata de un niño y no de un perro, pero todos los mamíferos compartimos las emociones básicas, y el miedo es una de ellas. Como lo que vemos en el vídeo es un ser humano podemos entender mejor sus expresiones, podemos interpretar sus emociones y podemos tener más empatía con él. Algo que a veces nos cuesta más con un perro porque no sabemos entender, consciente ni inconscientemente, lo que trata de expresar. Que no sepamos entenderlo, no significa que el perro no lo esté padeciendo.

Más allá de las consideraciones éticas y de la reprobación por el sufrimiento causado, nos gustaría prestar atención al estado emocional generado en el individuo que trata de aprender, o mejor dicho, al que le obligan a aprender. Es decir, entender como el castigo puede generar una condición muy poco propicia para el aprendizaje:

Si observamos el nivel de ansiedad generado en el niño ante la perspectiva de equivocarse, no nos costará entender que llevar a un individuo a esa predisposición no favorece para nada el aprendizaje. El miedo al error, potenciado por la consecuencia negativa en forma de castigo que lleva asociada, suele ser tan limitante que reduce la atención (Daleiden, L. 1998) , y por tanto la cognición. Más aún, ese bloqueo puede ser el origen de más equivocaciones; si llevamos al sujeto a un estado de estrés negativo, sus capacidades de gestión y recursos propios se reducirán, por lo que tendrá más posibilidades de equivocarse. El individuo incluso podrá cometer errores en aquello en lo que antes no lo hacía, tal y como nos ocurre a nosotros cuando nos encontramos en una  situación tensa que nos sobrepasa. Estos errores generarán más castigo y llevarán a una situación que se irá retroalimentando. De esta forma se llevará al individuo a un estado en el que ya no se atreva a dar respuesta alguna, lo que deriva en la conocida indefensión aprendida. 
"Si llevamos al sujeto a un estado de estrés negativo, sus capacidades de gestión y recursos propios se reducirán, por lo que tendrá más posibilidades de equivocarse. El individuo incluso podrá cometer errores en aquello en lo que antes no lo hacía. Estos errores generarán más castigo y llevarán a una situación que se irá retroalimentando."
No hace falta incidir en que además, los aprendizajes que se produzcan bajo una situación de estrés negativo, estarán condicionados por el efecto negativo del cortisol en la memoria (de Quervain, et al 2000).

Por último, incidir en las secuelas inevitables del vínculo de confianza entre educador y educando que generarán situaciones como ésta. Y los efectos colaterales respecto a la seguridad propia del individuo respecto a la  posibilidad de equivocarse en cualquier ámbito posterior de su vida.

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