Una reflexión sobre el descanso

La falta del descanso adecuado y necesario es uno de los perjuicios más limitantes que puede padecer un perro doméstico hoy en día. Siendo el origen de muchos de los considerados problemas de conducta canina, es más común de lo que se cree, y suele pasar desapercibido a los humanos que conviven con el perro, hasta que se les hace partícipes de que es el origen de muchos otros problemas caninos. 

Diversos factores influyen en el hecho de que un perro pueda tener el descanso acorde a sus necesidades. Vamos a intentar desgranar brevemente cuáles aquellos a los que deberíamos prestar atención para facilitar el bienestar de nuestros compañeros caninos.

El lugar de descanso
El descanso es una parte esencial en la vida de todo animal. En estado salvaje, la búsqueda de una guarida, un nido, una madriguera, etc. es una actividad de vital importancia para muchos animales, y a ello le dedican una gran cantidad de energía y atención, pues ese lugar tiene que ser muy seguro, ya que ahí van a pasar una gran parte de su tiempo y es donde van a realizar una de las principales actividades de su día a día. La seguridad del lugar es crítica, pues un descanso plácido implica un cierto grado de vulnerabilidad para el animal. Y esta seguridad comprende no solo el lugar en sí, sino sus accesos, su visibilidad y sus zonas adyacentes. La importancia que le dedican en libertad los animales a la selección y preparación de la guarida nos da una idea de la magnitud que tiene ésta en su vida.

“Solemos creer que la percepción de seguridad que tenemos de nuestra casa es la misma que tiene nuestro perro, pero precisamente es esa discordancia uno de los factores más trascendentes en los perros que no tienen un descanso adecuado.”

Si tratamos de extrapolarlo a nuestros perros, no podemos pasar por alto toda esta información. La referencia al lugar tiene muchas implicaciones: la comodidad de su cama, la ubicación dentro del domicilio, el nivel de ruido y movimiento general, y sobre todo, la percepción de seguridad que tiene para el perro su lugar, y el hogar en general. Solemos creer que la percepción de seguridad que tenemos de nuestra casa es la misma que tiene nuestro perro, pero precisamente es esa discordancia uno de los factores más trascendentes en los perros que no tienen un descanso adecuado.

Un perro que no conoce a fondo el entorno próximo a su domicilio, difícilmente se sentirá seguro dentro de su hogar. Los perros tienen una percepción espacial continua del mundo, y esta continuidad implica conocer completamente las zonas aledañas al lugar donde habitan. Nosotros consideramos muchos de estos lugares meras zonas de paso y nos les prestamos atención, provocando que nuestros perros no tengan la posibilidad de conocerlas con la profundidad necesaria. Nuestro mundo urbano de barreras físicas y espacios arquitectónicos complejos implica que los perros necesiten esfuerzos especiales para entender los entornos en los que habitan. Un ejemplo claro de esto es el perro que mientras descansa en su cama se sobresalta cada vez que escucha como aparece alguien súbitamente tras esas puertas que nosotros llamamos ascensor; o el perro que ladra cada vez que pasa alguien a quien no puede ver tras esa barrera física y visual que supone la puerta de su casa.

“Un perro que no conoce a fondo el entorno próximo a su domicilio, difícilmente se sentirá seguro dentro de su hogar. Los perros tienen una percepción espacial continua del mundo, y esta continuidad implica conocer completamente las zonas aledañas al lugar donde habitan. Nuestro mundo urbano de espacios arquitectónicos complejos implica que los perros necesiten esfuerzos especiales para entender los entornos en los que habitan.”

La posibilidad de transitar con naturalidad, observar, y olfatear a su ritmo las zonas colindantes al lugar donde habitan, será la mejor forma de ayudar a nuestros perros a conocer el mundo que se desarrolla tras las paredes de su hogar, y a entender el origen de los estímulos que se suceden en él, de forma que ese entorno deje de tener la condición de desconocido.

A descansar se aprende
Desde el momento en que un cachorro llega a casa empieza nuestra labor para educarlo con el fin de proporcionarle todas las herramientas adecuadas para el máximo desarrollo de su bienestar. Uno de los pilares esenciales para la consecución de este bienestar radica en el descanso, algo que suele ser minusvalorado en relación a otros aspectos como la alimentación, el paseo, la socialización o la obediencia. Por desgracia, entre los principales consejos que reciben los propietarios novicios, tanto de veterinarios como de profesionales de la educación canina, no suele aparecer ninguno relacionado con la importancia del descanso en los cachorros.

"Puede parecer curioso que la madre necesite enseñar a descansar, ya que podríamos pensar que el cachorro descansará cuando esté cansado, pero los cachorros carecen de autocontrol."

Uno de los rasgos más comunes en perros con algún problema de conducta suele ser su dificultad para descansar de forma prolongada, sin sobresaltos, y mantenerse relajados en su domicilio, en presencia o ausencia de su propietario. Tanto es así que un perro que no descansa adecuadamente difícilmente podrá ser perro equilibrado. Al igual que en los humanos, existen patologías identificadas asociadas a la incapacidad de relajarse, la de los considerados “perros hiperactivos”, aquellos perros que “no saben descansar”.

Para entender por qué determinados individuos evolucionan en perros incansables, hiperactivos, descontrolados, etc., mientras que otros se desarrollan como perros equilibrados y tranquilos, hemos de ir al origen, a la conformación de estos caracteres. Y el origen en este caso lo encontramos en los primeros meses de vida del perro. En esta primera etapa, mientras el cachorro está con su madre y sus hermanos, es la progenitora la referencia de los pequeños y quien marca los tiempos de descanso y actividad. Si el criador respeta los ritmos de la madre, y le ofrece el entorno y la autonomía adecuada, ésta podrá desarrollar de forma plena la labor educativa con sus cachorros. La madre, con su ejemplo, es la que muestra a los pequeños el patrón de excitación - relajación óptimo de un perro adulto, ejerciendo como referencia de calma.Interviniendo solo, y de una forma muy sutil, cuando es imprescindible cortar un exceso de excitación entre sus cachorros. Es por ello que es básico permitir que el trabajo de la madre con sus cachorros se alargue el mayor tiempo posible, siendo 2 meses la edad mínima para una separación, y 12 semanas la más recomendable.

Puede parecer curioso que la madre necesite enseñar a descansar, ya que podríamos pensar que el cachorro descansará cuando esté cansado, pero los cachorros carecen de autocontrol. Y ante cualquier estimulación tienden a sentirse muy atraídos, incluso cuando es excesiva, lo que conlleva una subida de la excitación, un mantenimiento prolongado de la misma, y la incapacidad para frenarse y rebajarla. La madre u otro perro maduro es capaz de percibir esto con mucha facilidad y obrar en consecuencia, a nosotros obviamente no cuesta más, y es por eso que solemos cometer este tipo de errores. 

“Inconscientemente alteramos ese trabajo de la madre sobre estimulando al cachorro. Juegos demasiado excitatorios, de mucha duración, ejercicios de obediencia precoces, paseos largos para su edad o visitas excesivas son algunos de los ejemplos de esa sobre estimulación.”

Cuando el cachorrito llega a nuestra casa, nuestro trabajo debería ser el de dar continuidad a la labor de la madre, pero en la mayoría de ocasiones no estamos lo suficientemente preparados para ello. Es por eso que inconscientemente alteramos ese trabajo de la madre sobre estimulando al cachorro. Juegos demasiado excitatorios, de mucha duración, ejercicios de obediencia precoces, paseos largos para su edad o visitas excesivas son algunos de los ejemplos de esa sobre estimulación. Si nosotros como su referente lo acostumbramos a niveles altos de excitación, lo estamos entrenando física y cognitivamente para ello. Y esto quiere decir que ese perro se desarrollará necesitando unos determinados niveles de actividad, por encima de los necesarios y no adecuados a su etapa de desarrollo y a su naturalezaEsto provocará un lógico desequilibrio que tenderá a generar una serie de problemas tanto internos, reflejados en altos niveles de ansiedad, como externos, de relación con el entorno. Lo que se verá reflejado en relaciones disfuncionales, tanto con otros perros que no aceptarán siempre esos niveles de activación inadecuados, como con personas a las que suelen serle molestos los perros demasiados excitados, descontrolados e imprevisibles. 

Nuestro papel en su descanso
Nuestra labor como nueva figura de referencia para el cachorro que llega a nuestra casa debería ser muy similar a la de su madre. Ejerciendo siempre como un modelo de calma, de pausa y de sosiego, sin proponer más al cachorro de lo que él mismo busque, disponiendo los entornos adecuados a su edad, para que, más allá de encontrar una gran variedad de estímulos, pueda encontrar fácilmente esos momentos de descanso. Es decir, lo que como humanos entenderíamos como momentos de aburrimiento, que no es otra cosa que rebajar la estimulación y favorecer la relajación. 

Lejos de teorías que promueven la estimulación precoz, muy condicionadas por nuestra forma de vida "urgente", un cachorro antes de los 3 meses no tiene necesidad de enfrentarse a una gran variedad de estímulos externos. A esa edad sus necesidades sensoriales son otras, y tienen más que ver con aprender a usar su boca e ir descubriendo su cuerpo y el de sus compañeros de camada. Lo que no quiere decir que si a un cachorro de 2 meses le enfrentas a una gran variedad de estímulos no se sienta atraído por ellos, pero como hemos mencionado antes, esto ocurre porque precisamente a esa edad carecen de autocontrol y precisamente debemos ser nosotros, como figuras adultas, quienes hemos de regular ese posible exceso de estimulación. Ese exceso de estimulación jugará en contra de la facilidad del cachorro para relajarse y descansar.

“Si nuestra vida doméstica se caracteriza por un continuo ir y venir por el domicilio, haciendo una tarea tras otra, encendiendo y apagando luces, alternando el sonido de la televisión con una llamada telefónica, etc., no facilitamos que los perros comprendan que ese es un lugar de descanso.”

Si comprendemos que el perro identifica el domicilio como su guarida, y su guarida como el lugar de descanso, quizá nos cueste menos entender que en ocasiones somos nosotros los que no favorecemos que éste sea un lugar tranquilo. Si nuestra vida doméstica se caracteriza por un continuo ir y venir por el domicilio, haciendo una tarea tras otra, encendiendo y apagando luces, alternando el sonido de la televisión con una llamada telefónica, etc., no facilitamos que los perros comprendan que ese es un lugar de descanso. No podemos pretender que nuestros perros se sientan tranquilos en el hogar, si nosotros cuando estamos en él somos una fuente inquietud. Si nuestro nivel de actividad en el domicilio es alto, y quizá nuestro estado de ánimo demasiado excitado, estamos predisponiendo a nuestro perro a estar en un cierto estado de alerta y preparado para a la acción, que no ayuda a que pueda bajar la guardia y se pueda relajar. Si además eso es a lo que hemos acostumbrado al cachorro desde su llegada a casa, tendremos a un perro con unos patrones de actividad/descanso alterados y una gran predisposición a la actividad. 

Nuestro papel en su descanso tiene mucho peso. Como guías, podemos ser una figura que genere excitación e inquietud en nuestro perro, o bien podemos ser la referencia de calma y seguridad que necesitan. Si optamos por esta segunda opción, mucho más lógica y adaptada a la naturaleza de los perros tendremos que trabajar en favorecer y predisponer el descanso. Nuestra mejor herramienta será proponer espacios y momentos de tranquilidad diarios en los que relajarnos, y así ayudar a que nuestro perro se relaje con nosotros. Esto permitirá a nuestro perro a entender que los momentos de calidad junto a nosotros no están solo relacionados con la actividad, sino también con momentos de sosiego.

Equilibrio descanso/actividad
En los perros el descanso va más allá de nuestras 8 horas de sueño. Sus necesidades de descanso son más del doble que las nuestras, y sus patrones de descanso/actividad son algo diferentes a los de los humanos. Entendiendo el descanso no solo como el sueño, sino como un estado de relajación, es decir de no excitación. Para ellos todo lo que es activación no es descanso, y dependiendo los niveles a los que lleguen y lo que estos perduren en el tiempo, necesitan ser compensados con un descanso de calidad y mucho más prolongado en proporción al tiempo de activación.

“Nosotros manejamos su tiempo y su espacio, y ahí es donde radica el problema relativo a sus niveles de activación y relajación, que los perros viven a nuestro ritmo.”

Un perro, al igual que una persona que no disfruta de un descanso adecuado a sus necesidades tiene muchas posibilidades de sufrir el tan comentado estrés. Pero los perros viven en el mundo que nosotros les proporcionamos, y las salidas de su estrés están condicionadas a las posibilidades que nosotros les ofrecemos. Nosotros manejamos su tiempo y su espacio, y ahí es donde radica el problema relativo a sus niveles de activación y relajación, que los perros viven a nuestro ritmo.Un perro al que proponemos altas cantidades de actividad durante un tiempo prolongado, necesitará de un tiempo mucho más largo para recuperar ese gasto de energía, pero como nosotros necesitamos un tiempo menor hacemos que se ciñan a nuestros patrones.Esto ocurre tanto a nivel físico, como cognitivo. Las capacidades cognitivas de los perros no están adaptadas al mundo de estímulos en que vivimos, y necesitan más tiempo para asimilar cosas que nosotros podemos asimilar con mayor rapidez. Cuando enfrentamos a un perro a una actividad prolongada e intensa a nivel de estímulos, posteriormente necesitará un descanso profundo y prolongado, mayor que el nuestro para asimilarlo. Si esto no se produce, aparecerá inevitablemente el estrés, y si esto se convierte en rutina, estaremos hablando de estrés crónico.

“Los perros que tienen dificultades para estar quietos y “hacen muchas cosas” tienen muchos números de hacer cosas mal, de hacer cosas que a nosotros nos resulten molestas, esto generará nuestras llamadas de atención, generando un círculo vicioso que no ayudará a que se puedan relajar.”

Cuando a un perro lo acostumbramos a niveles altos de activación, sin la necesaria compensación en forma de descanso, su cuerpo se irá entrenando a ello y se acostumbrará, provocando que siempre necesite un poco más, como ocurre con cualquier entrenamiento. Cuando no se le proporcione la actividad que necesite, su cuerpo la pedirá. La forma de pedirlo derivará en un perro excitado, con poca capacidad para descansar y con tendencia a la hiperactividad. Si intentamos imaginar un perro excitado, no tardará en venirnos a la cabeza la imagen de un perro en continuo movimiento, un perro que trata de “hacer muchas cosas” para saciar su excitación y para llamar nuestra atención. Los perros que tienen dificultades para estar quietos y “hacen muchas cosas” tienen muchos números de hacer cosas mal, de hacer cosas que a nosotros nos resulten molestas, esto generará nuestras llamadas de atención, generando un círculo vicioso que no ayudará a que se puedan relajar. Por el contrario, un perro relajado y tranquilo, será aquél que sepa medir bien sus tiempos, que se mueva de forma sutil y pausada intentando precisamente no llamar excesivamente nuestra atención y ayudando con su forma de estar a que toda situación fluya hacia la calma.

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