Sobre el respeto en educación canina

El otro día me refirieron a una página de facebook de una supuesta profesional de la educación canina en la que ella misma promocionaba un vídeo en el que utilizaba un collar de ahogo e innumerables tirones para intentar que su perro caminara a su lado sin tirar. Cualquiera con un mínimo de empatía y conocimiento canino sabe que el paseo es una herramienta emocional básica para el bienestar del perro, y por tanto "su momento del día". Si reflexionamos un poquito, no nos costará darnos cuenta de que si obligamos al perro a realizar ese paseos con tirones y ahogos, estaremos haciendo de ese momento, que debería ser placentero, poco menos que una tortura.

Hoy leo que la Comunidad Valenciana se plantea prohibir collares que provoquen malestar y sufrimiento en los perros, tal como se ha hecho ya en Barcelona o Madrid. Sabemos que las administraciones públicas son algo lentas y suelen ir por detrás de muchos movimientos y necesidades sociales. En este caso, también han sido lentas, pero curiosamente muchos mal llamados profesionales, y personas que conviven con perros lo están siendo mucho más, pues su supuesto conocimiento y amor por los perros no está siendo suficiente como para evitarles ese malestar innecesario. Reflexionando sobre el tema, no deberíamos tardar en llegar a la conclusión de que si una administración pública llega a promover una ley sobre algo relacionado con el bienestar animal (uno de los últimos escalafones en importancia detrás de todo lo relacionado con el bienestar humano) debe ser porque el tema tiene interés y está sustentado por una base sólida. Bien, pues si alargamos un poco más esta misma reflexión, no tendría que costarnos llegar a la conclusión de que todos los profesionales del mundo canino deberían tener al menos ese mínimo de conocimiento y empatía al que han llegado los responsables de las administraciones públicas.

Volviendo al inicio del post, lamentablemente, no solo esta supuesta profesional de la educación canina y algunos otros utilizan estos métodos, sino que los shows televisivos relacionados con la educación canina (El líder de la manada o Malas pulgas) han conseguido su fama utilizando este tipo de métodos aversivos y dañinos. Esto, en una sociedad acostumbrada a modelos educativos humanos arcaicos, ha conseguido que el gran público llegue a ver como normal esta metodología para con los perros. No deja de ser peculiar además, que algunos de estos profesionales se autotitulen como “Psicólogos caninos”, nombre comercial sin ningún otro fundamento que captar clientes desinformados o en situaciones límite con sus perros. La psicología humana (literalmente del griego “estudio o tratado del alma”) se fundamenta en estudiar y analizar los procesos mentales y el comportamiento de los individuos, a fin de entenderlos y así, y solo así, poder ayudarlos. El castigo o la intimidación son todo lo contrario a esto, y por supuesto, en psicología humana (cuyo nombre plagian impunemente) son metodologías impensables, absolutamente descartadas a todos los niveles, pero sobre todo a nivel deontológico por sus evidentes implicaciones morales. Seguramente tenga bastante que ver el hecho de que los psicólogos, los de verdad, quiénes ejercen esta disciplina, son personas a las que se les requiere una licenciatura universitaria y una formación reglada.
"¿Cómo podemos pedir respeto para nosotros como profesionales si no somos capaces de respetar al sujeto de nuestro trabajo, que es el perro?" 
Es cierto que el castigo y los métodos aversivos se han utilizado durante décadas, como bien sabemos también en la educación humana. Algunos adiestradores defienden que los resultados les avalan, y que mediante estas metodologías se consiguen eliminar los problemas de conducta, esto no deja de ser un sesgo de confirmación que no solo les afecta a ellos, sino que llega a nublar algunos de sus clientes más desesperados cuando ven un pequeño cambio. Lo que no dicen, o no saben, estos autoproclamados profesionales, es que “arreglar” determinados problemas de conducta mediante el castigo, solo implica ocultar esos problemas tras el miedo del perro, y lo que genera no es otra cosa que un perro intimidado, sin confianza en su compañero humano, y propenso a dar salida a sus emociones por otras vías como pueden ser conductas destructivas, agresividad, estereotipias, etc. 

Como profesional, la incapacidad o falta de conocimiento no puede ser un argumento válido para hacer sufrir a un perro. Se ha demostrado que hay métodos amables para conseguir resolver cualquier problema canino. Diversos estudios científicos hablan de los efectos colaterales perjudiciales del castigo. El "a mi me funciona" no es excusa cuando está en juego el bienestar emocional y físico de otro ser, al que además supuestamente consideramos un miembro de nuestra familia. A lo mejor sería tan sencillo como aplicar una norma ética básica: el camino para solucionar el problema de un perro nunca puede pasar por empeorar el bienestar del mismo. Si se ha de romper esta norma, seguramente sea porque algo está fallando, y lo más probable es que tenga que ver con la necesidad de actualizar nuestra formación y metodología, ya que sino, cómo podremos explicar que hay muchos otros profesionales que consiguen solucionar esos mismos problemas utilizando solamente métodos amables hacia el perro. 
"A lo mejor sería tan sencillo como aplicar una norma ética básica: el camino para solucionar el problema de un perro nunca puede pasar por empeorar el bienestar del mismo."
Resulta paradójico leer en las redes sociales como algunos profesionales piden respeto por su trabajo cuando reciben críticas por los métodos aversivos que utilizan con los perros y que alegremente comparten en vídeo. ¿Cómo podemos pedir respeto para nosotros como profesionales si no somos capaces de respetar al sujeto de nuestro trabajo, que es el perro?
Por suerte, el mundo de la educación canina y la etología tiene mucha más profundidad. En las últimas décadas el nivel de profesionalización que está adquiriendo es digno de ser equiparado al de otras profesiones. Tanto a nivel académico y científico, como a nivel puramente empírico, los profesionales dedicados a la educación canina y a la etología se reciclan, investigan, comparten conocimientos, se retroalimentan y evolucionan mediante formación continua. Es cierto que hay bastante intrusismo en la profesión, y que también abundan personas que se dedican a ello sin formación o con una formación obsoleta, pero rascando un poquito, superando esas primeras capas, que suelen ser las más populares por desgracia, ya que son los que más se publicitan, es posible llegar a los buenos profesionales. Esos profesionales que harán entender al perro en profundidad, y conseguirán dar un enfoque fundamentado para que la persona que convive con un perro tenga las herramientas que le permitan resolver esos problemas que son un obstáculo en la relación con él. En definitiva, si los profesionales tienen la obligación de formarse y reciclarse para ser considerados como tales, los “propietarios” tienen la tarea y obligación de buscar e indagar sobre esos profesionales, descartando a aquellos que utilicen métodos aversivos y quedándose con los que utilicen métodos respetuosos y acrediten su formación.

Comentarios

  1. Hola.buenos dias.yo tengo un peludo llamado surco y siempre k salimos a la calle tiene k ladrar a cualquir persona k se acerca esto m.acarrea un problema y no se deja tocar por ningun estraño ya sea mayor o niño....
    Como se puede solucionar???

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  2. Hola Mari, lo que indicas es una muestra clara de que reacciona así por miedo. Se tendría que valorar en persona y plantear unas pautas de reducción de estrés primero, y luego trabajar desensibilizando ese miedo.

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